Hace unos días me di cuenta de algo que me estaba frustrando muchísimo: hago un montón de cosas en el día, y, sin embargo, termino con la sensación de vacío, como si nada hubiera valido la pena.
Y empecé a preguntarme: ¿qué tengo en mi cabeza cuando pienso en ser productivo?
La mayoría de nosotros hemos comprado la idea de que productividad es actividad constante. Mientras más cosas hagas, más productivo eres. Y si te quedas hasta las 10 p.m. en la oficina, mejor aún, porque significa que “te estás sacando la mugre”.
¿De dónde viene esto? No es casualidad. El concepto de productividad nació en la era industrial, cuando era sencillo medir cuánto trabajaba una persona: cuántas tuercas hacía por hora, cuántos sacos de maíz producía. Todo era objetivo, medible, contable.
Pero cuando el trabajo pasó a ser más intelectual —gestionar proyectos, enviar correos, planear estrategias, resolver problemas complejos— ya no era tan fácil medir resultados. No puedes decir: “hoy produje 7 ideas y media” o “redacté 3 soluciones estratégicas”. Entonces, como no había un buen parámetro, empezamos a usar un atajo: medir productividad por nivel de actividad.
En otras palabras: si estás ocupado, eres productivo. Si sacas muchos pendientes, eres productivo. Si trabajas más horas que los demás, eres el héroe del equipo.
El problema es que este esquema es tóxico. Porque no mide frutos, mide desgaste. No mide impacto, mide agotamiento. Y al final, la consecuencia es clara: terminamos quemados, frustrados y con la sensación de que el trabajo nos roba la vida en lugar de regalárnosla.
Por eso creo que vale la pena hacer un alto y preguntarnos: ¿qué significa realmente ser productivo para mí?
Yo estoy empezando a pensar que productividad real no es llenar la agenda, sino dar frutos que valgan la pena: paz interior, creatividad, resultados que permanecen, relaciones que se fortalecen, un amor renovado por lo que hago.
Como dice el Evangelio: “Por sus frutos los conoceréis”. Y si lo que tu forma de trabajar está produciendo en ti es cansancio, frustración y vacío… entonces tal vez no es verdadera productividad.
Un abrazo,
Mauricio
PD: Si les apasiona el tema de la productividad y quieren profundizar un poco les recomiendo que lean el libro de Cal Newport: Slow Productivity. Les va a gustar mucho.
Muy interesante tema de productividad, el trabajar más me enfermó y no lograba mi objetivo.